El proyecto se articula alrededor de un espacio central, con una tonalidad característica en verde pálido, materiales distintivos y una geometría de líneas curvas. Este elemento central genera una estructura panóptica, a la vez que subvierte el propio concepto, permitiendo la coexistencia de dos espacios opuestos dentro del mismo núcleo: uno es para la dirección, el otro para los alumnos. Desde el primero, un despacho de carácter ciertamente informal, es posible supervisar lo que sucede en las dos aulas principales, el pasillo y la zona de la entrada. En el otro, un nicho para los alumnos, pueden suceder distintas cosas, desde representaciones teatrales, a sesiones de concentración y estudio, pasando por pequeñas reuniones de la asamblea. De este modo, uno es para vigilancia y el otro para la rebelión, un teatro… o la iniciativa que quieran sacar adelante los alumnos. Los profesores han bautizado este segundo espacio como el mini coliseo, inspirados por las mil posibilidades que suscita en la mirada de los niños.